EUROPA
PRESS
26 abril
2018
¿Por
qué el ejercicio intenso reduce el apetito?
En investigación que se describe en el
número de este martes de 'PLOS Biology', investigadores del Colegio de Medicina
Albert Einstein, en Estados Unidos, revelan que la respuesta a por qué el
ejercicio de intensidad disminuye el apetito está en nuestra cabeza, más
específicamente, en el núcleo arqueado.
El autor principal Young-Hwan Jo, profesor asociado de
Medicina y Farmacología Molecular en Einstein, corre en una pista cerca de su
casa tres veces por semana durante 30 a 45 minutos a la vez. Como muchos
deportistas, notó dos cosas sobre los entrenamientos intensos: elevaron la
temperatura de su cuerpo y redujeron su apetito durante varias horas después.
"Soy un neurocientífico que estudia el hipotálamo, la
parte del cerebro que desempeña un papel central en la regulación del
metabolismo y el peso --relata--. Me preguntaba si ciertas neuronas
hipotalámicas perciben que la temperatura aumenta y responden al calentamiento
inducido por el ejercicio liberando un mensaja de '¡dejar de comer!'".
Cualquiera que haya sufrido una quemadura o que haya comido
un chile jalapeño sabe que las neuronas sensoriales con receptores
"detectores de calor" (llamados receptores TRPV1) abundan en el cuerpo.
Esas neuronas reaccionan al calor físico y a la capsaicina, el ingrediente
activo de los jalapeños y muchos otros alimentos picantes. ¿Podrían las
neuronas cerebrales poseer receptores similares?
El doctor Jo se centró en las neuronas proopiomelanocortinas
supresoras del apetito (POMC, por sus siglas en inglés) en el núcleo arcuato
(ARC, por sus siglas en inglés) del hipotálamo. Algunas de esas neuronas no
están protegidas por la barrera hematoencefálica, por lo que pueden detectar y
responder directamente a las hormonas y los nutrientes en la sangre. Se
preguntó si esas neuronas también sentirían cambios en la temperatura corporal.
Para detectar y responder al calor, las neuronas POMC de ARC
necesitarían receptores similares a los receptores TRPV1 de la capsaicina y
sensibles al calor que se encuentran en otras partes del cuerpo. Jo y sus
colegas tomaron tejido del hipotálamo del ratón que contenía neuronas POMC y
expusieron el tejido a la capsaicina o al calor, para ver si dichos receptores
estaban presentes.
Se abre la puerta
a otros posibles enfoques de pérdida de peso
Efectivamente, tanto la capsaicina como el calor hicieron
que las neuronas POMC se dispararan activando sus receptores. Aproximadamente,
dos tercios de las neuronas POMC de ARC poseen tales receptores. Luego,
vinieron experimentos que exploraban el papel de las neuronas POMC y sus
receptores TRPV1 en la reducción del apetito y la reducción de la ingesta de
alimentos.
Jo y sus colegas encontraron que la infusión de capsaicina
en el ARC de ratones redujo la cantidad de alimentos que comieron durante las
siguientes 12 horas. Los investigadores pudieron prevenir esta supresión del
apetito bloqueando primero los receptores tipo TRPV1 de las neuronas POMC o
silenciando el gen que codifica esos receptores.
Cuando los ratones fueron puestos en cintas de correr
durante 40 minutos, su cuerpo y las temperaturas de ARC aumentaron rápidamente,
estabilizándose después de 20 minutos y permaneciendo en ese nivel elevado
durante más de una hora. Después del entrenamiento, los ratones redujeron su
ingesta de alimentos en aproximadamente un 50 por ciento en comparación con los
animales que no se ejercitaron.
El ejercicio en la cinta rodante no afectó a la ingesta de
alimentos en ratones cuyas neuronas POMC de ARC carecían de receptores TRPV1.
"Nuestro estudio proporciona evidencia de que la temperatura corporal
puede actuar como una señal biológica que regula el comportamiento de
alimentación, al igual que las hormonas y los nutrientes", dice Jo, señalando
que sus hallazgos podrían conducir a nuevos enfoques para suprimir el apetito o
ayudar a las personas a perder peso.